“Relatos con alma, con alma de mujer” de Naiara del Pino Sosa

Cada día, al amanecer, se miraba en el espejo. Cada vez que lo hacía observaba la misma imagen, una imagen triste y apagada. No era quien creía ser, creía ser una persona, pero le hicieron creer ser otra.

Era consciente de que cada persona es responsable de gestionar sus propias emociones, así como las opiniones que podía recibir de su entorno más cercano y no tan cercano. Pero cuando esa voz que no era la suya sonaba más fuerte que su voz interior, que procedía de su alma y de su emoción, esa gestión iba quedando a un lado, dejando que la otra hiciera de las suyas.

A pesar de todo, ella y el resto de mujeres que la rodeaban cada vez se iban haciendo más fuertes, libres y valientes, dejando de importarles aquello que no les aportara, que no las beneficiara y que las anulara.

Comenzaron a promulgar la igualdad y la libertad a través de sus vestimentas, peinados, ideas, criterios, fortalezas y estilos de vida, siempre con respeto y humildad. Pero principalmente esa igualdad procedía de sus relatos, de sus voces y, sobre todo, de su alma. Ya que sin igualdad no hay libertad, sino todo lo contrario, coacción, temor e inseguridad.

Se prometieron ir sembrando cada día una semillita y que cada una de ellas fuera floreciendo sin miedos, con ilusión y pasión. Para así continuar, seguir trazando el camino que se marcaron realizar y que el resto de mujeres que las sucedieran tuvieran un camino más fácil que andar y un objetivo más fácil que alcanzar.