Hay lugares hechos para enamorarse. Puerto de Mogán, en verano, es uno de ellos. Entre las fachadas blancas encaladas y la fiesta de colores de las buganvillas en flor, un septuagenario nos cuenta la historia de amor de toda una vida, sentado frente al Atlántico. Lo que empieza como una charla amistosa, se transforma en el relato íntimo sobre un amor que nació en la infancia y resistió al tiempo, la distancia y el temor a entregarse por completo.
Ulises y Amelia se conocieron cuando aún no sabían pronunciar la palabra amor. Entre veranos compartidos, juegos y primeras veces, crecieron sin darse cuenta de que estaban tejiendo una historia imposible de olvidar. Pero hay decisiones que cambian el rumbo de una vida y sentimientos que insisten en florecer incluso cuando todo parece perdido.
Una novela sobre el amor que dejamos escapar, la nostalgia de los veranos de juventud y la melancolía que revive con el calor del verano.
No hay opiniones.