Usemos nuestras manos para dar prosperidad, con la visión constructiva de transmitir al bien común los valores y tradiciones que engrandecen el alma, favorecen nuestra identidad y sostienen la noble esencia de lo que somos.
Si no conocemos nuestro pasado se nos escapa el presente, nos jugamos el futuro…, y entonces, tal vez, no tengamos nada que esperar, nada que dar y recibir, nada que aprender o recordar, y acaso, nada, nada que decir.
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